ESTO ES FÚTBOL, ESTO ES UN CLÁSICO

Llegaba el día. El día de ilusiones para unos, esperanzas para otros. El día en que caería uno de los dos mejores equipos del momento mientras el otro, impotente vería al rival alzar la victoria. Nada más lejos de la realidad, vimos espectáculo, vimos un clásico como hacía mucho que no se veía. Vimos fútbol, en estado puro.

Rodaba el balón con la mirada a los banquillos, a las tácticas que usarían tanto Pep como Mou, y cierto que se vió lo que esperabamos de cada uno. Guardiola empezaba más "conservador", si se puede llamar así a su juego, un 4-3-3 cómo en temporadas pasadas podían observar. Un juego con línea de cuatro abajo, algo que no suele hacer esta temporada, pero que en anteriores años le ha funcionado muy bien porque seguían estando en el terreno de juego jugadores como Cesc, Messi, Xavi o Iniesta (que se lesionó y el equipo lo notó). Jugarle a este Madrid con tres defensas es peligroso y Pep lo sabe. El Madrid, por su parte, no se quedaba corto. Vimos algo inusual en el Bernabeu con un Real Madrid encerrado y dando todo el balón para el equipo culé, ese día pasó lo esperado. Pero esta vez no, esta vez, aunque Mourinho diga lo contrario, aprendió la leccion. El Real Madrid salió con prácticamente todo, con un 4-2-3-1 muy ofensivo compuesto por Lass como único centrocampista defensivo. Se armó la gorda, Xabi Alonso, Özil, Kaká, Cristiano, Higuain y compañía supieron hacer sudar a un equipo que gran parte de la segunda mitad de partido se vio contra las cuerdas, noqueado por la falta de ideas quizás, o tal vez porque notó el aliento del equipo merengue sobre su nuca. Volvía, una vez más, la casta blanca.

El partido parecía el de siempre, presión adelantada del equipo madridista buscando el fallo del Barça a la hora de sacar el balón jugado desde atrás con una defensa muy adelantada. El Barcelona no estaba muy cómodo, pero tenía un resultado muy favorable que tampoco le hacía sufrir en exceso. Ocasiones y más ocasiones por ambas partes, en especial para el Real Madrid que optaba las más peligrosas. Poco a poco el partido se iba al descanso con el partido muy disputado y con Iniesta lesionado. El Barça pensaba como morderle al Madrid, no encontraba hueco, pero para estos momentos siempre aparece alguien especial para el equipo culé, les salva de todas, y contra el equipo merengue no iba a ser menos. Messi se inventan una jugada desde medio campo que permite dar un balón a Pedro en bandeja para que ponga más tierra de por medio contra el Madrid. Pocos minutos después, Alves hace el segundo tras un zapatazo indescriptible. Descanso y comodidad para la segunda parte. ¿Qué más podía pedir el Barça?

Sin embargo, lo que parecía facilidad se convirtió en todo lo contrario. Las claves del cambio eran sencillas, El Madrid salió como nunca le ha salido al Barça desde hace ya varios años. Simplemente perdió el miedo a jugar, a divertirse y a disfrutar del fútbol, que es ante todo, lo que cualquier equipo debe hacer. Jugar. Y señores, cuando el partido estaba más controlado que nunca por parte del equipo culé, como una película de Rocky en el que cuando todo parece perdido se remonta inesperadamente, en el que contra todo pronóstico, se hace dueño y señor de un partido de locos y provoca por primera vez nerviosismo en jugadores blaugranas y murmuros en las gradas del Camp Nou. Todo empezó con dos fallos en defensa del equipo culé que provocaron los golazos de CR7, dejando sentado a Pinto, y Karim Benzema controlando un balón perfecto para batir al guardameta del equipo azulgrana. Todo igualado y veinte minutos por delante. Así es el fútbol.

Cuándo para unos parecía que estaba todo ganado, el resultado dio un giro inesperado y produjo algo que no se daba en los clásicos desde hace tiempo. El Madrid parecía más Barça que nunca y se dejó la piel en el campo para lavar su imagen y convertirse en lo que es, en un equipo grande. Por otro lado, el Barcelona gozó de la efectividad con la que el Madrid sueña con tener frente al equipo culé. La elimintaroia a ciento ochenta minutos para muchos es justa, para otros debió pasar el equipo madridista. En este aspecto juega mucho los colores de cada uno, pero lo que sí es cierto es que todos disfrutamos de un partido hecho para los dioses, un partido delicioso dónde vimos las armas de cada uno, la rabia, la alegría y miles de emociones dentro y fuera del campo, en bares y casas, en cada rincón del mundo. Y eliminando quejas y fijaciones contra el árbitro, que actuó mal afectando tanto a uno como a otro, sólo puedo decir que fue un partido para memorar. Guardarlo en las retinas porque eso que vimos era fútbol, eso que vimos, era un clásico.